El ojo que todo lo ve




El ojo que todo lo ve es la propia vida.

La existencia a veces efímera otras casi infinita. Donde la pupila asiste impávida, asustada, amorosa e incluso sorprendida, adjetivando el momento en el que un minúsculo destello de luz o de sombra, penetra en el interior del cerebro y estalla dando respuesta a la única pregunta que solo el propio ser humano puede contestar y la que es más difícil de responder. ¿Quién soy? ¿Qué hago aquí?

El ojo que todo lo ve, asiste y existe dentro de nosotros mismos. Y así como somos dueños de nuestros miedos y pensamientos, también deberíamos serlo de nuestra propia realidad.

La ceremonia de darse el gusto, relamerse en el entendimiento del propio yo, debería ser algo para celebrar abiertamente. Sin embargo, ese regocijo interior que supone el darte cuenta de tu lugar en el mundo, lo guardamos con cuidado e incluso lo olvidamos, entre el devenir del tiempo y la vergüenza al no entendimiento de nuestros congéneres.

Por eso, el ojo que todo lo ve, a veces asiste en silencio en el corto o largo recorrido de nuestra vida, esperando que llegado el momento, aunque solo sea por un instante, la chispa recorra esos recovecos de nuestro intrincado y liado intelecto, y haga que la pupila se ensanche, comprenda y sonría ante semejante hazaña que es entender la ardua tarea que conlleva nuestra verdadera naturaleza.

Sobre mí

Soy de Pamplona y Diplomada en empresariales, aunque informática de profesión. Estudié un Máster de Creación Literaria.

Me defino como soñadora de mundos. Escribo microrrelatos y algunos han sido publicados en Diversidad Literaria. Junto letras creando historias.

Mis textos con fotografías y dibujos publicados en instagram y facebook son propios. Participo con el relato “Cuatro flores para una mujer” en la publicación de la antología “Sustrato” de Entelequia Cultura.